Crónica particular de Paterna Corta

por lancha Lun 21 Mar - 9:55

Y llegó la primavera, el calendario, al menos así lo decía- Abro la ventana y para nada lo que veo se parece a esa bendita estación que se había presentado a las 5´20 de la mañana según los entendidos en solsticios y equinoccios. ¿Exit or no exit? That is the question. La realidad es que no hacia falta planteárselo viendo el panorama, pero somos, tres de esos locos a los que hace referencia el conocido video de una Universidad del Sur de America (no recuerdo cual) en el que, se refleja milimétricamente nuestra forma de vivir. Juan Carlos me había insistido en contar conmigo para esta ruta, hacía tiempo que no coincidíamos y no tuvo que hacerlo con mucha insistencia, todo sea dicho. Tras un cuarto de hora de prorroga como no podía ser de otra manera en un típico Domingo de Ramos, nos pusimos rumbo a Paterna. No paró de llover en todo el camino, a veces de forma desproporcionada. Me pareció ver a los lejos, a Luigi un gondolero que conocimos en Venecia. Dábamos la nota con la bicicleta en el transportin. La gente miraba asombrada. Desayuno en Paterna, ya que mis dos acompañantes Juan Carlos y Guaca estaban en ayunas. No habíamos terminado de dar cuenta del suculento manjar cuando el sol empezaba a asomarse tímidamente pero con la intención de quedarse. Con el chubasquero en el bolsillo del maillot (por si acaso) empezamos el primer tramo (el neutralizado) por el mojado asfalto. La rueda trasera de Juan Carlos va deslizando miles de gotas de agua que van a chocar en mi rostro. Rememoramos la caída de MPM, en este lugar. Rodábamos los tres en comunión, hoy una vez más el elenco era muy cortito. La cabeza, en un solo destino desde el primer kilómetro; el Pinguete, sin embargo la ruta es mucho más que eso. Primera parte con anchas pistas en una condiciones magníficas, el suelo había drenado fantásticamente, dando paso a parajes en los que los eucaliptos formaban parte sustancial del paisaje, actuando como bálsamo curativo de los problemas diarios. El aire era limpio, la lluvia se había encargado de ello. Las conversaciones se van sucediendo. De vez en cuando pegaba algún que otro pequeño tirón para rodar solo y poner mi mente en orden. Pasamos algún que otro pequeño arroyito, que hizo que fuese la única manera de mojarnos en el día de hoy. Eran constantes los “sube y bajas”. Algunos repechos tenían un desnivel mas que considerable. La única cancela que nos encontramos fue la que daba paso a la Pata del Caballo, abriéndonos las puertas de par en par a la zona de Aznalcollar. “Los Machos”, “El Mortirolo”o “El Cejo” nos rondaban. No había respiro más allá de una breve parada para ingerir algo de fruta mientras hablaba con los compañeros de mis rutas con Angello y el estado físico en el que se encuentra. Un grajo volaba bajo pero el frio no era del ….. . Tocaban bajadas rápidas por senderos estrechos unas veces y otras por otros mas anchos pero bastante rotos. El paisaje sigue siendo el mismo, los Dioses de la vegetación (si es que los hay) andaban inspirados el día que pasaron por aquí. Estaba disfrutando muchísimo, la ruta se me hacía cómoda, el ritmo era menos exigente que en otras ocasiones y podía disfrutar plenamente de tanta belleza. Dos repechos cortos e intensos como un buen café nos pusieron a prueba, solventada con nota por supuesto. Habíamos pasado una solitaria Tujena. Llegamos a la ultima parte del trayecto, abordando una larga recta que nos dejaba ver Paterna en la lejanía, con el Pinguete dibujando su alargada figura buscando el cielo. Sonaba a Melodrama, pero tras 60 kms en las piernas, era una buena traca final, sirva la referencia, ya que también estamos en Fallas. Era la única imposición que teníamos; subirlo. Juan Carlos no lo conocía. Empieza primero, detrás suya le voy dando indicaciones desde mi experiencia. Guaca viene algo más atrás ya que se paró a tomar algo de agua antes de subir. No había gente apostada en las aceras de la calle. No eran miles los ciclistas que pasarían dejando huella del sacrificio que supone esa ascensión. Nos daba igual, las únicas voces que nos hacían falta eran las nuestras, acomodadas entre suspiros y jadeos entrecortados que se oían en la callada calle, dejando bien a las claras que el esfuerzo había sido el mismo que se pudiera hacer el día de la competición. Coronado sin problemas, deambulamos por un pueblo engalanado, empapado en las fechas en las que estamos. Cambio de ropa, una cerveza rápida y para casa, que en día tan señalado hay que multiplicarse y disfrutar no solo de la bici. Un placer volver a salir con Guaca y Juan Carlos, sois grandes.